Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 19 de mayo de 2016

ENTREGANDO SUSPIROS



Nos pasamos la vida suspirando. Nos la pasamos entregando suspiros, poniéndoles en oídos ajenos que les recogen sirviéndoles de disculpa para derramar los propios.

Estamos acostumbrados a quejarnos. Mucho a veces. Pero la queja no arregla nada y sin embargo crea un espacio alrededor de ansiedad y angustia que transmitimos al resto.

Cuando nos quejamos parece que nos liberamos de algo pero esta sensación es solo ficticia, lo primero porque en raras ocasiones la queja es mental, solemos quejarnos oralmente con lo cual nos lo escuchamos de nuevo. Retroalimentamos el malestar que sentimos y nos volvemos a empapar de él.

La queja nunca sirve porque incluso cuando sale de nosotros toma forma propia y en vez de conmover a los demás les aburre e indigna.

No se trata de no poder expresar lo que nos sucede, efectivamente es conveniente dejar que la válvula de escape se abra de vez en cuando  pero que quien lo reciba no queda aplastado bajo ella. Que pueda recoger nuestro pesar pero dulcemente, con suavidad, sin agresión.

El mayor daño nos lo hacemos a nosotros mismos. La queja inmoviliza, no deja posibilidades, acota y destruye.

Si nos damos oportunidades, si se las damos a la realidad que se ciñe opresora ante nosotros, todo discurre con un menor  ataque de aquello que consideramos que no nos va bien.

La vida es muy simple. Todo lo es en realidad. La complicación llega a través de nuestro cerebro, de la mente, de la predisposición de nuestro carácter que nos altera a base de ver que las expectativas que tenemos no se cumplen como quisiéramos.

Hay que saber perder. Hay saber ceder, pero eso significa saber desprenderse del mal humor, de la prisa, de la rabia, de la ira, del rencor y de todo lo que a nosotros nos hace daño porque la mayoría de las veces, absolutamente nada les llega a quienes creemos que nos han ofendido.

De vez en cuando no está mal un spa para el alma, un relax para la mente y un descanso para el espíritu.

Ya es hora de buscar un hueco, en cualquier lugar y en cualquier tiempo para ejercitar este descanso que tanto sana.

miércoles, 18 de mayo de 2016

¿CÓMO QUIERES EL AMOR?



Hoy no lo he escrito yo pero me ha gustado mucho esta reflexión con la que comenzaba mi mañana.

Lo comparto por si a alguien pudiese venirle bien.
¡Feliz Miércoles!
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Como si de una carta a Los Reyes se tratara, pedimos un amor que nos cuide, nos mime, sea bueno, nos proteja…. ¡Ah, y que tenga detalles! Y cuando esa persona aparece en nuestra vida, paradójicamente, no la valoramos porque nos cuida demasiado, nos mima demasiado, nos protege demasiado, es demasiado buena y tiene demasiados detalles. Demasiado para ser real. 

Y es en este punto, en el que tras hacer una larga lista de cualidades y virtudes maravillosas de esa persona, acabamos por pronunciar el famoso ‘… pero te quiero como amigo’. El primo hermano del ‘No eres tú, soy yo’ a veces me lleva a pensar que, en el fondo, parece que nos gusta lo complicado y difícil (y los raritos, los bordes, los malotes, los aparentemente especiales y un largo etc), porque pareciera que así merece más la pena. ¿Qué hay de malo en la sencillez de una persona que nos cuida el corazón con ese cariño? ¿Qué es lo que falla?

“Pasa con la felicidad como con los relojes,
que los menos complicados son los que menos se estropean.”
— Nicholas Chamfort.


Principalmente, dos cosas (de entre una larga lista que tú y yo ya sabemos porque a una amiga de tu amiga le pasó algo parecido, ¿verdad?): En primer lugar, la falsa creencia de que lo realmente importante debe ser resultado de un gran sacrificio. Que a mayor dificultad, mayor valor. Y, a pesar de creer firmemente que la perseverancia y el esfuerzo son valores fundamentales para alcanzar nuestros objetivos, la sencillez y la flexibilidad también lo son. Es cierto que el amor se construye, pero también que no hace falta dejarse la vida en ello cuando tu autoestima iza la bandera blanca. Hay que luchar, sí, pero no a cualquier precio o ante cualquier ganancia. Tan importante como decidir dónde y cuánto insistir es acotar dónde ceder y saber en qué momento decir ‘hasta aquí’. En segundo lugar, la sospecha o, por qué no, el complejo de que alguien tan genial no solo sea real sino que, además, pueda fijarse en nosotros . ¿Acaso no nos han dicho siempre que “las apariencias engañan”? ¿Acaso no lo han demostrado así una y otra vez nuestras experiencias del pasado? (“A saber qué esconde para ser tan perfecto”).



¿No será, tal vez, que en la sencillez está lo extraordinario?”
¿Por qué ocurre esto? No tengo ni idea. Quizá sea porque en un mundo que avanza a gran velocidad, todo se amontona, se enreda y se complica de tal modo que valores como la sencillez, la autenticidad o la naturalidad – tan admirados a nuestros ojos – hayan acabado por convertirse en actitudes en peligro de extinción. O, quizá, porque de tanto buscar en los rincones equivocados, hayamos terminado por creer que algo tan sincero no puede ser verdad. Pero no, no es magia. Ni siquiera es algo raro. Es amor del de antes, amor del bueno. Es amor vintage.


Amor de ese que arreglaba lo roto porque no existía un tesoro mayor que lo construido entre esas dos personas. Amor del bueno, de ese que entiende realmente qué es comunicarse. De ese que sabe que un silencio vale más que mil palabras y que la mayor conexión entre dos personas, lejos de ser la WiFi, es mirarse a los ojos al hablarse. Amor del bueno, de ese que sabe que unas palabras bonitas ablandan el ego de cualquier discusión. De ese que sabe que el cuidado, el mimo y el cariño se construyen de puertas para adentro y no entre selfies y puertas entreabiertas. Amor del bueno, de ese que se centra en cuidar la calidad con una persona y no en mirar por el rabillo del ojo de la cantidad.


Un amor del de antes, del de-toda-la-vida, de ese que sabe que el fuego lento siempre es plato de buen gusto para quienes se sientan en la mesa con amor. Y, por supuesto, un amor de dos… que tres, cuatro y cinco son multitud. Un amor único, de uno y con uno, no uno que coleccione cromos con la misma facilidad que hace scroll en una aplicación de citas. Un amor del de antes, de ese que repite camiseta tres días seguidos porque te dijo que le encantaba cómo te quedaba, y no cambiarte tres veces al día para sacarte una mejor foto de perfil. Un amor vintage, a la antigua, de andar por casa, del que colecciona paseos en el parque y no likes en Instagram.



El amor, cuando es verdadero, nunca pasa de moda”
Si eres de los que añoran esa época, lee con atención lo siguiente: mereces un amor del de antes. Porque el amor no es sufrir, ni hacer grandes logros para merecer el cariño del otro, ni intentar deslumbrarle para que se fije en ti. Ya eres lo suficientemente valioso como para que una persona te mire y vea en ti una vida llena de experiencias maravillosas.


Por eso, y aunque no viva a la moda, yo quiero un amor que no se rompa o deshilache con facilidad. No quiero un amor de temporada e Inditex, sino uno fuerte, resistente y de verdad. Como aquellas Wayfarer que duraban generaciones; como aquella vieja Polaroid que – sin querer – siempre encontraba el filtro perfecto para cada una de nuestras aventuras; como aquellos Levi’s cuyos años justificaban su precio; o como aquella carismática furgoneta que cada verano resistía historias de lagos y montañas. Porque, aunque todo esto parezca del pasado, se hace presente en el momento en que, pase el tiempo que pase, cuando llega lo hace para nunca desaparecer.


Lo vintage no es aquello que siempre vuelve, sino aquello que nunca se va.
Yo lo tengo claro. Yo quiero un amor vintage.


Escrito por @Nekane_González y Virginia Gonzalo de Reparando Alas Rotas

lunes, 16 de mayo de 2016

CUANDO MÁS ES MENOS



A veces. la solución está antes del pensamiento. Cuando damos muchas vueltas a una problema, entonces podemos estar seguros de que vamos por el camino equivocado.

Muchas veces, no hace falta hacer números. Estamos mejor sin ellos, Con lo que estamos. Así mismo.

Comparto este cuento de Nasrudín
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“…De entre todos los pueblos que el mula Nasrudin visitó en sus viajes, había uno que era especialmente famoso porque a sus habitantes se les daban muy bien los números. Nasrudin encontró alojamiento en la casa de un granjero. A la mañana siguiente se dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo. Cada mañana, alguien de cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con garrafas de agua vacías y se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban las garrafas y las llevaban de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora más.

"¿No sería mejor si tuvieran agua en el pueblo?", preguntó Nasrudin al granjero de la casa en la que se alojaba. "¡Por supuesto que sería mucho mejor!", dijo el granjero. "El agua me cuesta cada día dos horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el burro. Eso hace al año mil cuatrocientas sesenta horas, si cuentas las horas del burro como las horas del chico. Pero si el burro y el chico estuvieran trabajando en el campo todo ese tiempo, yo podría, por ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y cosechar cuatrocientas cincuenta y siete calabazas más cada año."

"Veo que lo tienes todo bien calculado", dijo Nasrudin admirado. "¿Por qué, entonces, no construyes un canal para traer el agua al río?" "¡Eso no es tan simple!", dijo el granjero. "En el camino hay una colina que deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un canal en vez de enviarlos por el agua, les llevaría quinientos años si trabajasen dos horas al día. Al menos me quedan otros treinta años más de vida, así que me es más barato enviarles por el agua."

"Sí, ¿pero es que serías tú el único responsable de construir un canal? Son muchas familias en el pueblo."
"Claro que sí", dijo el granjero. "Hay cien familias en el pueblo. Si cada familia enviase cada día dos horas un burro y un chico, el canal estaría hecho en cinco años. Y si trabajasen diez horas al día, estaría acabado un año."

"Entonces, ¿por qué no se lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos juntos construyáis el canal?

"Mira, si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino, tengo que invitarle a mi casa, ofrecerle té y halva, hablar con él del tiempo y de la nueva cosecha, luego de su familia, sus hijos, sus hijas, sus nietos. Después le tengo que dar de comer y después de comer otro té y él tiene que preguntarme entonces sobre mi granja y sobre mi familia para finalmente llegar con tranquilidad al tema y tratarlo con cautela. Eso lleva un día entero. Como somos cien familias en el pueblo, tendría que hablar con noventa y nueve cabezas de familia. Estarás de acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y nueve días seguidos discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo máximo que podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana. Como un año tiene sólo cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi dos años hablar con mis vecinos.

 Conociendo a mis vecinos como les conozco, te aseguro que todos estarían de acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos ellos son buenos con los números. Y como les conozco, te digo, que cada uno prometería participar si los otros participasen también. Entonces, después de dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el principio, invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están dispuestos a participar." "Vale", dijo Nasrudin, "pero entonces en cuatro años estarías preparados para comenzar el trabajo. ¡Y al año siguiente, el canal estaría construido!"

"Hay otro problema", dijo el granjero. "Estarás de acuerdo conmigo que una vez que el canal esté construido, cualquiera podrá ir por agua, tanto como si ha o no contribuido con su parte de trabajo correspondiente."

"Lo entiendo", dijo Nasrudin . "Incluso si quisierais, no podríais vigilar todo el canal."
"Pues no", dijo el granjero. "Cualquier caradura que se hubiera librado de trabajar, se beneficiaría de la misma manera que los demás y sin coste alguno."
"Tengo que admitir que tienes razón", dijo Nasrudin.

"Así que como a cada uno de nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escabullirnos. Un día el burro no tendrá fuerzas, el otro el chico de alguien tendrá tos, otro la mujer de alguien estará enferma, y el niño, el burro tendrán que ir a buscar al médico.

Como a nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escurrirnos el bulto. Y como cada uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben, ninguno mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así, la construcción del canal ni siquiera se empezará."

"Tengo que reconocer que tus razones suenan muy convincentes", dijo Nasrudin. Se quedó pensativo por un momento, pero de repente exclamó: "Conozco un pueblo al otro lado de la montaña que tiene el mismo problema que ustedes tienen. Pero ellos tienen un canal desde hace ya veinte años."

"Efectivamente", dijo el granjero, "pero a ellos no se les dan bien los números."

domingo, 15 de mayo de 2016

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)



Domingo anterior

Aquel hombre acababa de matar a su compañero. No podía permitir que le delatase. La sola idea de haber gozado con su proeza le enloquecía. Había estado muchos años en prisión y sabía lo que les esperaba a los violadores. No podía arriesgarse. Hombre muerto no declara, pensó. Y sin dudar había acertado de pleno en el único tiro que había hecho.

La situación se había complicado estúpidamente. La mujer china no le interesaba ya en absoluto y aquel hombre muerto tampoco le concedía ningún beneficio.

Entró de nuevo a la nave y comprobó que Swa estaba inconsciente.

La miró y escupió en su pelo.

Se fue arropado entre la oscuridad de la noche. No pensaba volver al coche. Aquella aventura había terminado para él. Era mejor alejarse y olvidarlo todo.

Mientras tanto, un grito demoledor salió de aquel coche en el que estaba atrapado Owen. Alguien estaba sangrando. Las tijeras se habían hendido en uno de los cuerpos…
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Domingo 15_05-2016

El policía asestó un tiro sesgado en la cerradura de la puerta trasera del coche para liberar los cuerpos. Al instante de haber roto aquel cerramiento, uno de los cuerpos cayó sobre el asfalto.
Owen permanecía rígido sin poder mover ni un solo músculo de su cuerpo.  Aterrado y casi inconsciente cayó maltrecho sobre el asiento en el que estaba recostado.

La mujer, sin embargo, desplomó su cuerpo sobre el suelo ensangrentado. El agente se agachó diligente sobre ella. 

Balbuceaba unas palabras sin sentido que no supo interpretar. Sin embargo, señalaba inquieta su bolso. El policía no percibió  este gesto. 

Owen advirtió la agitación de la mujer moribunda. Estaba atado y apenas podía moverse. Se revolvió en señal de solicitud. Gemía acaloradamente para que aquel hombre le desatase pero éste se apartó de la escena para llamar a los servicios sanitarios.
La impaciencia de Owen iba en aumento. Se sentía acorralado entre aquellas cuerdas y necesitaba alcanzar el bolso de aquella asesina.

.-En breves momentos se personará una ambulancia aquí. Resista.- Le dijo a en voz baja a la mujer aún con vida. Owen seguía profiriendo gritos ahogados tras de aquella especie de bozal que le impedía articular palabra.

Con cuidado de no mover el cuerpo de la mujer, el agente  entró en el coche para desatar a Owen.

.- Tranquilo en un momento estará liberado y podrá contarme qué ha sucedido. – Owen solamente quería llegar hasta el bolso de aquella mujer que la esperaba en el asiento de adelante pero estaba seguro de que sería difícil poder acercarse. Escuchó cómo pedía refuerzos. Su compañero estaba buscando rastros de pruebas en los alrededores del coche.

El doctor contó con brevedad lo sucedido. No podía decir la verdad por lo que resumió el ataque como un acto espontáneo de asalto por robo de aquellos maleantes desconocidos. Alertó de la huída de Swa y les imploró que fuesen a buscarla a la mayor brevedad. No tenía idea de qué podía haber pasado con ella. Nunca imaginó en el estado que se encontraba en aquellos momentos.

.- Esperaremos los refuerzos.- dijo el compañero que registraba minuciosamente el lugar. No puedo ir solo. Hay dos hombres más.

.-Sí, de acuerdo.- respondió el otro. Hay que esperar. Owen quería llegar al bolso de la mujer moribunda pero no sabía de qué forma hacerlo.

La ambulancia llegó relativamente pronto. Cuando movieron el cuerpo de aquella joven mujer se dieron cuenta que estaba  sin vida.
.-Esperaremos al juez para poder levantar el cadáver.

.-He perdido mi móvil.- dijo Owen con celeridad. Tengo que buscarlo.

.-No, imposible. Está en la escena de un crimen.

.-¿Crimen?. ¡No no, por dios!, ella quería matarme. ¡Yo estaba atado!.

.-Eso habrá que demostrarlo. No hay nada claro aquí.

El compañero, viendo la desesperación de Owen y la evidencia de ser una víctima, le convenció para que le entrase al coche de nuevo y buscase el preciado objeto.

Muy pronto Owen se dio cuenta que no estaba allí pero aquella oportunidad le daría acceso al asiento de adelante y a buscar, disimuladamente, en aquel bolso que señalaba la mujer del Este.

Mientras escuchaba sirenas de policía llegando al lugar registró rápidamente aquel bolso diminuto en el que rápidamente encontró un papel semejante a una carta. Lo guardó apresuradamente en su chaqueta.

.-Vamos salga, ya es suficiente.- El doctor tenía la esperanza de que el aparato estuviese en poder de Swa.

Los policías comenzaron a hacerle preguntas. Uno de ellos se acercó a él y comenzó a cachearle.

Aquel registro del coche hasta llegar a la carta no había servido de nada. El agente la encontró apenas pasados unos segundos en su bolsillo.

.-¿Puede explicarme qué es esto?.- La había desplegado pero no había logrado entender nada. Owen permanecía en silencio.
.-Dígame qué es esto o tendré que detenerle.

.- No lo sé. Ella lo metió en mi chaqueta. Tal vez para incriminarme de algo que no tengo idea. – El resto de los agentes se acercaron al papel. Ninguno identificaba qué idioma era el que se había utilizado para escribir aquellas palabras. Uno de ellos metió la carta literalmente en los ojos de Owen.

.-¿Sabe qué dice?... El psiquiatra la miró detenidamente.
.- No lo sé. Lo único que puedo decirles es que está escrita en sanscrito, un antiguo idioma de la India.

.- Inmediatamente fue esposado.- Una lágrima impotente rodaba por sus mejilla.

 Estaba perdido…