Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 23 de julio de 2016

ELOGIO A LA SOLEDAD SENTIMENTAL




Cuando uno necesita, busca. Leo mucho últimamente. Me encuentro con lecturas apasionantes, con audiciones relajantes y serenas caricias de letras y sonidos que alegran estos días de calor.
Hoy comparto esta reflexión que me gustó.

Es común ver cómo la presión de la sociedad, los amigos o la familia conllevan al afán por conseguir una compañía sentimental para ‘remediar’, dicen algunos, la soledad (como si eso fuera una enfermedad). Sin embargo, pocos se detienen a pensar en cuáles son las razones por las que es mejor mantenerse en soledad, disfrutarla y esperar a que la persona ideal llegue a sus vidas sobre precipitarse y “echar mano” de lo primero que aparezca solo por huirle al terrorífico título de “solterona”. 

En la siguiente composición te explicamos por qué la soledad es también una elección de vida y no un estado que necesita cambiarse (o remediarse): 

 “…No tengo miedo a estar sola ni a la abstinencia sexual, lo que en verdad me asusta es la dependencia emocional. No temo a expresar mis sentimientos libremente, pero me da pánico llegar a sentir, algún día, la necesidad imperiosa de amor transformada en adicción.

 No, no me asusta carecer de alguien a quien amar, me aterra la idea de vivir con una persona que invada mi mente, mi corazón y los corroa; me asusta pensar que pueda organizar mi diario vivir alrededor de los gustos, preferencias e inquietudes de una pareja.

No le tengo miedo a salir a divertirme sola, tomarme un trago mientras puedo ser juzgada por el mundo, lo que me provoca escalofríos es el hecho de pensar que alguien me obligue a estar a su lado y prolongue el tiempo para forzar mi compañía. No le temo a permanecer en soledad ni a pasar ‘San Valentín’, el ‘Día de los Enamorados’ o cualquiera de esas fechas diseñadas para parejas con mi libro favorito como única compañía, me horroriza llegar al extremo de sentirme vigilada constantemente como si mi madurez y confiabilidad merecieran ser pisoteadas.


No tengo miedo a vivir nuevas experiencias, a conocer nuevos lugares, a probar platillos desconocidos o a caminar sola por donde nunca lo he hecho antes, me da pavor tener que dejar de ver a mis amigas y amigos de toda la vida o cohibirme de hacer lo que yo quiero con quien quiero, solo porque un hombre decidió, sin consultarme, que yo sería “sólo para él”, como si yo fuera un objeto que puede retener.

No me asusta ni la masturbación ni las noches vacías, a lo que sí temo es a tener que vivir pendiente de un hombre y sus caprichos. Me aterran los celos desmesurados, las infidelidades, las traiciones y la indiferencia mientras el corazón se derrite en deseos de ternura.

En realidad, mis más grandes temores yacen en la idea de perder el control sobre mí: mis comportamientos, mis conductas, mis reacciones y toda mi vida. Este es un elogio a la soledad porque la considero un tesoro; no le temo, no muerde, a veces acaricia, incluso hace cosquillas. Es verdad, a veces nos sobresalta, pero enseña. Quédate con ella unos días. Pruébala, a ver a qué te sabe.”


(Tomado de la Web de W. Riso)

viernes, 22 de julio de 2016

LA DESESPERACIÓN NUNCA ESTÁ EN EL PRESENTE



Esta frase la escuché ayer en una conferencia. Me gustó. Hay que pensarlo bien y si lo hacemos así, su contenido nos dará paz.

La desesperación, efectivamente, nunca está en el presente. Es del dolor del pasado o de la angustia por el futuro. Por eso, debemos centrarnos en el aquí y el ahora. Un presente que siempre nos ayuda. 

Dónde está tu cuerpo, está tu mente. Y donde ambos están, se concentra el punto de energía. No canalices la experiencia hacia el recuerdo, sino hacia el momento en el que te encuentras. Sea como sea. En ti y por ti.

A veces uno no tiene nada, o no tiene nada de lo que quiere. Pero siempre se tiene uno a sí mismo; y uno mismo es todo un universo.

Hay que comenzar por concentrarse en lo más profundo del ser propio. Ahí, en el templo del alma con suma calma. Hacer un espacio interior. Un silencio interno. Un momento de paréntesis donde entrarás en un paraíso solamente tuyo y en donde nunca estarás sólo.

Ahí en lo más íntimo, está tu dios. Una energía poderosa, compasiva y amorosa que te envuelve llenando de luz todo tu ser. Y ahí, en ese punto, en ese mismo momento, todo está bien. 

Absolutamente bien. Y no necesitas a nadie. Ni tienes nada pendiente, nada que resolver, nada por lo que sufrir, nada que atender, ni nada que reclamar.

Estás tú y tu energía. Tú y tu templo. Tú y tu dios.
Entra dentro, lejos, a lo más profundo, en ese reducto donde todo es posible y dónde estás cuidado; donde todo está bien. Donde nada te puede dañar. 

Desea esa luz. Búscala. Encuéntrala. Está ahí para ti. Es tuya. Disfrútala y disuelve tus dudas, tus temores, tus angustias en su fragancia. 

Dentro. En el silencio interior.

miércoles, 20 de julio de 2016

NO VOY A VOLVER CONTIGO



 Me ha gustado. Puede servir a muchos. Lo comparto.
________________________


No voy a volver contigo. Demasiadas veces he traicionado mi dignidad. Tanta otras que he sentido como mis rodillas se flexionaban ante tus mentiras. Demasiadas las que a pesar de saber la verdad quise creer tus excusas.

No voy a decirte que no te amo y que no te amé a tanto que me olvidé de mi. No voy a asegurar que pueda olvidarte. Ni siquiera que no te recuerde todos los días y, al principio seguro, a cada instante.

No volveré porque he comenzado, muy lentamente, a quererme a mí misma. Porque perdí la sensación de poseerme para darme a ti, sin darme cuenta que cuanto más me daba más me perdía.

No diré nunca que no fui feliz contigo. Lo fui intensamente. Lo fui demoledoramente. Tan feliz fui que nunca quise perderlo y cuando fue deshaciéndose como la nieve bajo el sol, seguí queriendo retenerlo sin éxito. Es duro cuando ves que tanto gozo se escapa entre los dedos. Nunca pensé que necesitaría tanto tu reclamo y sin darme cuenta, poco a poco, me quedé pegada a él. Un día, otro día, una hora, otra hora, un segundo y el siguiente.
            Me toca ahora desandar el camino. Un camino en el que corrí, grité, reí y me enredé en la alegría fácil de forma tan difícil. Puse mucha carne en el asador y se consumió toda con pocas brasas.

No me arrepiento de nada. Lo volvería hacer, tal vez. Lo haría porque mi corazón se sintió pleno muchas veces. Lo haría porque aprendí mucho durante el trayecto. Porque tú eres muchos mundos en uno y me hiciste participar de todos. Pero lo haría sobre todo por ver de nuevo tu cara de sorpresa cuando se te descubre la mentira y no eres capaz de convencer al adversario. 

Y es que tú siempre crees que convences. Y lo haces con ese aspecto de inocencia con el que se te perdona todo. Pero hoy, no es la falta de perdón lo que me aleja de ti. Hoy es el cansancio de no poder con tu forma de presentarte en la vida. De seducir hasta las piedras. De ser siempre caballo ganador y de abandonar el trofeo cuando lo consigues.

No voy a volver amor mío. No lo haré. Porque es ahora a ti al que te toca aprender. Porque esto ya olía a podrido hace tiempo. Porque me quieres como sabes y esa sabiduría es demasiado  escasa para mi corazón.

No voy a volver porque he vuelto demasiadas veces y demasiadas también me has abierto de nuevo la puerta. Porque lo quieres todo a todas horas. Porque la honestidad en tu boca se diluye como la sal en el agua, como espuma en el mar, como humo en el cielo. Porque me da pena tanto teatro sin actor, tanto cuento sin final feliz.

No voy a volver ya ni por mis propias ansias de ti, porque ellas se han cansado de esperarte digno y sincero, de creer en ti sin merecerlo.
Nadie más que yo sabe cuántas caras tienes; las que te pones en cada momento o las que te quitas cuando te interesa.

Algún día, la vida se pondrá frente a ti y te pedirá cuentas. Al hacer repaso te darás cuenta que la cuenta es más larga de lo que esperabas; que has hecho trampa demasiadas veces; y te enseñará que con ella no se juega y comprobarás que es la única con artículo femenino que no te pase una.

Entonces habrá terminado todo y no habrá otro después para volver a intentarlo.

No voy a volver porque has hecho una detrás de otra y me he pasado los años esperando la siguiente, que llegaba siempre. Y ahí me quedaba, en el medio de otro charco, comiéndome otro marrón.

No lo haré, porque no me queda más resistencia a las espaldas, ni me queda retal del corazón en el que no te hayas limpiado, ni pedazo de alma que no hayas engañado.

Y pensarás aún, como siempre, que eres tú la víctima y te pondrás la venda teniendo yo la herida. Y te seguirás viendo cordero con piel de lobo aunque siempre sea al revés. Y es que los lobos matan por vencer y tú mueres por convencer.

Algún día te darás cuenta que el amor no es de quita y pon y de que por mucho que lo laves, si lo ensucias, no se va la mancha. 

Sé que te gusta poner a prueba los detergentes y lavas la cara a las situaciones una y otra vez. Al final, ni siquiera te importan los muertos que dejas en el camino. Son daños colaterales, dices siempre. 

Pero que te conste que algún día el muerto serás tú, aunque sigas viviendo.

Aunque nunca leas esto, no voy a volver contigo.





NO VOY A VOLVER CONTIGO



 Me ha gustado. Puede servir a muchos. Lo comparto.
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No voy a volver contigo. Demasiadas veces he traicionado mi dignidad. Tanta otras que he sentido como mis rodillas se flexionaban ante tus mentiras. Demasiadas las que a pesar de saber la verdad quise creer tus excusas.

No voy a decirte que no te amo y que no te amé a tanto que me olvidé de mi. No voy a asegurar que pueda olvidarte. Ni siquiera que no te recuerde todos los días y, al principio seguro, a cada instante.

No volveré porque he comenzado, muy lentamente, a quererme a mí misma. Porque perdí la sensación de poseerme para darme a ti, sin darme cuenta que cuanto más me daba más me perdía.

No diré nunca que no fui feliz contigo. Lo fui intensamente. Lo fui demoledoramente. Tan feliz fui que nunca quise perderlo y cuando fue deshaciéndose como la nieve bajo el sol, seguí queriendo retenerlo sin éxito. Es duro cuando ves que tanto gozo se escapa entre los dedos. Nunca pensé que necesitaría tanto tu reclamo y sin darme cuenta, poco a poco, me quedé pegada a él. Un día, otro día, una hora, otra hora, un segundo y el siguiente.
            Me toca ahora desandar el camino. Un camino en el que corrí, grité, reí y me enredé en la alegría fácil de forma tan difícil. Puse mucha carne en el asador y se consumió toda con pocas brasas.

No me arrepiento de nada. Lo volvería hacer, tal vez. Lo haría porque mi corazón se sintió pleno muchas veces. Lo haría porque aprendí mucho durante el trayecto. Porque tú eres muchos mundos en uno y me hiciste participar de todos. Pero lo haría sobre todo por ver de nuevo tu cara de sorpresa cuando se te descubre la mentira y no eres capaz de convencer al adversario. 

Y es que tú siempre crees que convences. Y lo haces con ese aspecto de inocencia con el que se te perdona todo. Pero hoy, no es la falta de perdón lo que me aleja de ti. Hoy es el cansancio de no poder con tu forma de presentarte en la vida. De seducir hasta las piedras. De ser siempre caballo ganador y de abandonar el trofeo cuando lo consigues.

No voy a volver amor mío. No lo haré. Porque es ahora a ti al que te toca aprender. Porque esto ya olía a podrido hace tiempo. Porque me quieres como sabes y esa sabiduría es demasiado  escasa para mi corazón.

No voy a volver porque he vuelto demasiadas veces y demasiadas también me has abierto de nuevo la puerta. Porque lo quieres todo a todas horas. Porque la honestidad en tu boca se diluye como la sal en el agua, como espuma en el mar, como humo en el cielo. Porque me da pena tanto teatro sin actor, tanto cuento sin final feliz.

No voy a volver ya ni por mis propias ansias de ti, porque ellas se han cansado de esperarte digno y sincero, de creer en ti sin merecerlo.
Nadie más que yo sabe cuántas caras tienes; las que te pones en cada momento o las que te quitas cuando te interesa.

Algún día, la vida se pondrá frente a ti y te pedirá cuentas. Al hacer repaso te darás cuenta que la cuenta es más larga de lo que esperabas; que has hecho trampa demasiadas veces; y te enseñará que con ella no se juega y comprobarás que es la única con artículo femenino que no te pase una.

Entonces habrá terminado todo y no habrá otro después para volver a intentarlo.

No voy a volver porque has hecho una detrás de otra y me he pasado los años esperando la siguiente, que llegaba siempre. Y ahí me quedaba, en el medio de otro charco, comiéndome otro marrón.

No lo haré, porque no me queda más resistencia a las espaldas, ni me queda retal del corazón en el que no te hayas limpiado, ni pedazo de alma que no hayas engañado.

Y pensarás aún, como siempre, que eres tú la víctima y te pondrás la venda teniendo yo la herida. Y te seguirás viendo cordero con piel de lobo aunque siempre sea al revés. Y es que los lobos matan por vencer y tú mueres por convencer.

Algún día te darás cuenta que el amor no es de quita y pon y de que por mucho que lo laves, si lo ensucias, no se va la mancha. 

Sé que te gusta poner a prueba los detergentes y lavas la cara a las situaciones una y otra vez. Al final, ni siquiera te importan los muertos que dejas en el camino. Son daños colaterales, dices siempre. 

Pero que te conste que algún día el muerto serás tú, aunque sigas viviendo.

Aunque nunca leas esto, no voy a volver contigo.