Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 19 de noviembre de 2016

LA INTELIGENCIA FRACASADA



Anoche fue una larga noche de esas en las que uno no duerme y da paso a sus fantasmas. De esas, en las que hay que recurrir a la estantería y revisar libros, notas y trabajos de antaño. 

Uno no sabe qué busca, pero busca algo; algo que le saque de ese estado de preocupación y culpabilidad que se apodera del alma en la soledad de lo oscuro.

Buscando encontré mis notas sobre el libro “La inteligencia  fracasada” de J.A Marina.

Me gustaron varias frases:

“Si la inteligencia es nuestra salvación, la estupidez es nuestra gran amenaza.”

La vulnerabilidad, el miedo y la incapacidad de resolución nos hablan de una inteligencia incapaz de ejercer su funcionalidad para conseguir un comportamiento que nos defienda y sea favorable a nosotros.

La capacidad analítica no va emparejada con la capacidad resolutiva. Podemos teorizar muy bien y ejecutar muy mal.

El miedo es el la emoción más peligrosa. En el mundo animal tiene tres respuestas posibles: huída, inmovilidad y ataque. Pero, como dice Marina, el ser humano ha inventado una nueva posibilidad; impedir que el miedo desencadene una conducta automática.

Ni huir, ni inmovilizarse, ni atacar, sino analizar si el peligro es real y si debe enfrentarlo o si debe huir.

El fracaso cognitivo se produce cuando alguien se empeña en negar la evidencia y cuando no se aprende de la experiencia.

Hay que saber gestionar los sentimientos o éstos nos devorarán porque a la gente le gusta sentir; sea lo que sea. Nada es más fuerte para el ser humano que los sentimientos y nada peor, por el contrario, que la anestesia afectiva.

Hay personalidades que parecen poco dotadas para la felicidad porque en cada bache ven un precipicio y en cada decepción, una tragedia. Otras personalidades, en cambio, tienen una mirada aguda para percibir lo estimulante.

Kafka tenía una frase escrita en su bastón: …”Todos los obstáculos me rompen”; Balsac tenía otra:…”Rompo todos los obstáculos”·

Estilos afectivos por los que hay que optar y saber elegir bien si queremos sobrevivir la vida.

jueves, 17 de noviembre de 2016

¿QUÉ TE QUEDA POR HACER...?



Preguntarnos esto es lo mismo que preguntar por nuestros sueños.

¿Qué sueños tienes?¿Qué metas por cumplir?¿A quién por descubrir?¿Qué te gustaría hacer?¿Te queda aún ganas de ser de otra forma?¿De vivir en otro sitio?¿De enamorarte de nuevo?¿De tener hijos?¿De adoptarlos?¿De vivir una nueva etapa siendo el protagonista? ¿De comenzar a cuidarte?¿De cambiar de ambientes?¿De mudar de gentes?...¿De encontrarte a ti?.

No se puede vivir sin ilusiones. Hay que buscarse una al menos. La que sea, la que mueva nuestra pasión, la que nos impulse a luchar, a seguir, a refugiarnos cuando todo va mal y a pensar que a pesar de lo que suceda, lo que anhelamos está por pasar.

Vivir instalados en la rutina tiene poco aliciente. La seguridad que da la comodidad mata el entusiasmo. 

Mientras estemos aquí habrá algo por hacer, algo nos espera. Un montón de posibilidades que abrazar y un sinfín de caminos por donde dirigir nuestros pasos. 

Lo importante es creernos capaces, saber que el mundo está ahí para nosotros y percibir que aún pueden pasar cosas que nos den la vuelta a la vida.

Focalizar la atención en el presente y dirigir el interés hacia un futuro posible, nos va a asegurar un por qué para mirar cada situación de otra forma. En definitiva, a nosotros nos esperan nuestros sueños dispuestos a hacerse realidad.

La fantasía también sirve, siempre que la dejemos reposar en la cabeza y la sostengamos con los pies en la tierra; pero no hay duda que nos ayuda a volar sin alas.

No es poco.

martes, 15 de noviembre de 2016

CUÁNDO UNO NO SABE QUÉ HACER...



Hay momentos delicados, difíciles y de compleja solución. Hay personas cercanas a ti que a veces pasan por esos momentos y la revolución de su vida la proyectan sobre nosotros. Entonces, solo queremos ayudar y no sabemos cómo.

Las soluciones, muchas veces, la mayoría no pasan por hablar, sino por actuar.

Hemos sido educados en la cultura del diálogo…y yo me pregunto muchas veces si sirve de algo en estos casos.

Cuando algo de esto pasa, el que parece que escucha solo se defiende o pone una pared intraspasable que no permite que nada le entre.

Se llega a límites en los que la capacidad de movimiento es muy escasa y que nos queda una simple rendija para seguir ligados a esa persona. Lo peor es la impotencia de no saber qué camino es mejor.
Dice la filosofía oriental que lo mejor en estos casos es pararse. Respirar profundo. Invocar a nuestras fuerzas interiores y dejar que la respuesta llegue por sí misma. 

No hacer nada es otra opción. La vida siempre resuelve pero cuando lo hace y, no hemos intervenido nosotros, parece que de alguna forma se ha resuelto más drásticamente.

No es fácil dar pasos en la oscuridad. Solamente la luz interior puede guiarnos si logramos poner muchas dosis de paciencia y si sobre todo le añadimos el elemento de la fortaleza.

Para mí, siempre ha sido difícil ser fuerte con quien amo porque eso significa poner los necesarios límites que me arrastran a quedarme detrás del confort que siempre quiero darles.

Pero todo llega. Pronto se confunde el cariño con la tontería y el abuso te aplasta sin remedio en muy poco tiempo.

Nadie somos tontos. Algunas veces nos lo hacemos. Otras lo permitimos equivocadamente, pero no inconscientemente.

Y cuando estamos en el centro del huracán llega un viento más fuerte aún y del golpe te hace abrir los ojos aunque estés ya despierta y te arrastra de plano contra la pared.

 ¡Zás! bofetada definitiva para que “te enteres”… Y uno, a duras penas se quiere enterar… pero al final, se entera.

Solo queda pulsar el “botón de hacer”.

domingo, 13 de noviembre de 2016

CAMINO EQUIVOCADO...



Lo peor no es no ver, sino que ni siquiera te vean.

Todos nos equivocamos, caemos en ello y a veces, rectificamos.

La mala noticia llega cuando crees estar despierto sin estarlo, cuando te abalanzas contra la pared y ni siquiera la percibes y sobre todo cuando te invade la soberbia y no te paras ni a pensar en ello.

Otras veces, uno cree llevar la lámpara encendida y va tranquilo creyendo que otros nos ven, sin embargo puede que ya haga mucho tiempo que se ha apagado y hayamos perdido el norte.


Veamos este breve cuento al respecto.


El ciego y la lámpara

Cuando un ciego se despedía de su amigo, éste le dio una lámpara. 

“Yo no preciso de la lámpara, pues para mí, claridad u oscuridad no tienen diferencia” -dijo el ciego.

“Conozco al respecto, pero si no la lleva, tal vez otras personas tropiecen con usted” -dijo su amigo.

-"Está bien"

Luego de caminar en la oscuridad tropezó con otra persona....

-“¡Huy!”-dijo el ciego.

-“¡Hay!” -dijo la persona chocada por el ciego en la oscuridad.

-“¿Usted no vio esta lámpara?” -dijo enojado el ciego.

-“¡Amigo! Su lámpara estaba apagada” .

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¡Cuidado! Mira a ver cómo está la tuya!...si está apagada, !enciéndela!