Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 2 de abril de 2017

VIAJE A ÍTACA



Mis queridos lectores, repito la última parte del relato, tal y donde lo dejamos. En otro color, añado lo nuevo.

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.-Cómo sé que está bien. Cómo sé dónde está.-Steven saco su teléfono móvil y marco un número demasiado largo para ser la zona en la que estaban. Apretó la tecla de la videoconferencia y al momento visualizó a su hijo en una playa  jugando con la arena.

.-¡Hola mami!, ¿cuándo vienes?. Me ha dicho papá que estaremos aquí pronto los tres. –Swa con las mejillas llenas de lágrimas sordas cogió fuerzas para hablarle.

.- ¡Mi niño!, ¿estás bien?. Sí si pronto estaré contigo.-Al fondo había un letrero en principio indescriptible. Steven le quitó el teléfono para despedirse del niño sin dejarles hablar más.

.- Te llevaré con él cuando me des la otra parte del medallón.- De pronto, la mujer china pudo reconocer el tipo de lengua en la que estaba escrito el letrero. Era coreano. ¡Le había llevado a Corea!.

.-¡Cómo has podido!. Nunca saldrá de allí.- Swa sabía que Steven procedía de Corea del Norte.

.-Solamente hay una opción mi delicada geisha. Tú irás con él. (…)

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No tenía ninguna opción. Owen no conocía su paradero, ni por el infierno que estaba pasando. Iría con aquel malvado hombre a reunirse con su hijo y la historia de amor con el afamado psiquiatra quedaría sepultada para siempre.

.-Está bien. Iré contigo.

.-No tan deprisa- respondió Steve agarrándola fuertemente del brazo. Entre tanto el teléfono móvil de aquel hombre comenzó a sonar. Con una sola mano le tomó para mirar la pantalla y decidir si coger la llamada.

Era Valeria. No era el momento de hablar con ella, sin embargo si no lo hacía, posiblemente no volvería a verla.  No quería perder la oportunidad que le daba aquella aventura.

Su potente brazo envolvió a Swa junto a su cuerpo tapando su boca con la misma mano con la que la sujetaba. Descolgó la llamada. Su voz cambió completamente. Parecía un hombre dulce y cercano, capaz de conseguir cualquier cosa que se le pidiese.

.-Mi querida Valeria que lujo oírte de nuevo. Tienes que perdonarme. Sé que no he vuelto a llamarte. Te podría explicar las muchísimas dificultades que he tenido para instalarme. La reunión a la que debía asistir también se complicó. Te compensaré.

La mujer del otro lado del teléfono le escuchaba reticente. 

Posiblemente, molesta con el incumplimiento de palabra que Steven le había manifestado, pero aquel hombre le gustaba y quería cerciorarse de si su encuentro era el comienzo de una relación más importante.

Steven sujetaba a Swa cada vez más fuerte para que no pudiese proferir ningún sonido. Su voz, ahora,  más melodiosa y modulada, iba logrando reducir el enfado de la mujer que constituía, en aquel momento, el objetivo de sus intenciones.

.- Estoy seguro, mi bella amiga, que sabrás perdonarme. Haré todo lo posible por hacerte olvidar esta indisposición mía.

.- Bien, Steven, entonces quedamos dentro de una hora?¿Puedes?.- Por un momento, aquel hombre sintió que su cabeza explotaba de impotencia. No podía negarse o la perdería para siempre. Tampoco estaba dispuesto a que Swa se le escapase sin más.

No había otro camino. Swa iría con él.

.- Oh, sí por supuesto. Estaré en la cafetería del hotel en el que te alojas en una hora. Estoy deseando verte. Y mis disculpas más sentidas por este silencio involuntario que estoy seguro, nos unirá aún más.

.-Steven, estaré esperando tu llamada para bajar. –A pesar de los esfuerzos de aquel hombre, la respuesta de Valeria había sido seca y cortante aunque llevaba implícita la aceptación y el deseo de volver a verle.

Al colgar el teléfono, Steven cedió en la presión de Swa.

.-Te portarás bien, supongo. Irás conmigo. No puedo dejar pasar esta ocasión, pero no pienso soltarte.

Tienes una hora para rescatar el medallón. Iremos juntos antes de volar al encuentro con Liu.

Swa pensó que tenía que ir a casa de Owen a cogerlo de la cajita de la estantería de los libros antiguos. No había otro modo. Estaba perdida y sola.

.-Muévete!, el tiempo ya ha empezado a determinar tu destino (…)














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