Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 9 de mayo de 2017

HOY ME CONFIESO...



Hoy he matado un ser vivo. Siento en el alma lo fuerte que resulta leerlo. Me sentí fatal cuando un impulso repentino de autodefensa estúpida me llevó a dejar caer un papel, y la fuerza de mi mano, sobre aquel pobre animalito.


Me avisaron que se presentaría ante mí. Así, con su inocencia tranquila caminando rápido sobre unas hojas de lechuga.

 Aquí se llaman “cortapicos” porque tienen una tijeritas en su cola con la que van abriéndose paso cortando el aire y meneando salerosas sus patitas laterales.


Desenvolví el vegetal y lo puse en agua. De pronto, el animalito saltó sobre la encimera de mi cocina y sin pensarlo le asesté un breve golpe que acabó con su vida. Al instante me pregunté el por qué. No representaba ninguna amenaza para mí, ni tampoco había desarrollado ninguna alerta de ataque. Era tan indefenso y breve que no podía representar ningún peligro.


Me asusté sin razón y acabé con su vida. Lo siento en lo más profundo de mí ser por mucho que algunos de lo que estén leyendo esto les parezca una tontería. Pero no lo es.


Todos formamos parte de todo. Él era parte de mí y yo de él o al menos, participamos de lo mismo en lo mismo.


Cada vez me supone más pensar las consecuencias nefastas del miedo. Miedos irracionales, ancestarles, de costumbre, de la infancia, de siempre.


Miedos que no tienen sentido y a los que concedemos mucha importancia. Se vuelven monstruos que actúan por su cuenta y nos utilizan como marionetas a su antojo.


No fui yo. No fue mi yo amoroso. No fue ni siquiera mi yo en alerta. Fue ese miedo espontáneo y automático  quien no me dio tiempo a sacar al animalito de mi casa con una sonrisa pensando que con esa acción, seguiría viviendo.


Me advirtieron que saldría de aquella lechuga…y aún así no pude dejar de reaccionar con el hábito arraigado de ejercer nuestra fuerza sobre lo indefenso.


Me sentí fatal.


Me servirá para poner freno a la impulsividad. Estoy segura. 


Ha costado una vida. 






2 comentarios:

  1. Te comprendo, hoy pisé una cucaracha y me sentí despiadada. Lo hicimos siempre, desde que decidimos preservar nuestro espacio como lo hacen otros animales aún no siendo racionales. Es más auténtico de lo que pensamos. El gran problema es que nos hemos hecho dueños y únicos ocupantes con derecho del planeta y de un modo global estamos acabando con muchas especies.Creo que La culpa es un sentimiento mucho más sutil. Ese bichito te ha llegado en el momento preciso. Un abrazo

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  2. Absolutamente de acuerdo. Todos pertenecemos a lo mismo; somos una parte del todo que a su vez nos constituye, en esencia, de lo mismo.
    Gracias por tu abrazo envuelto en palabras*

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