Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 22 de mayo de 2017

¿QUÉ HACER CON EL MIEDO?




Uno de los sentimientos que más energía negativa tiene es el miedo. También es el que más expuesto está ante nuestra consideración cuando hablamos de vulnerabilidad.


Si hiciésemos la prueba de preguntar, en un gran grupo, qué es lo que más temes, la mayoría de las respuestas se centrarían en el miedo. Miedo al propio miedo. Miedo a sentirse perdido, desorientado, sin asideros para remontar. Miedo a caer en situaciones en las que nos vemos incapaces de resolver. Miedo al ridículo, a las críticas, a no llegar a lo que otros esperan de nosotros o a la soledad que tan indefensos parece que nos deja.

He comenzado un nuevo libro este fin de semana.

Otra vez la monje budista Pema Chödron capta todo mi interés. El libro se titula “Cuando todo se derrumba” y como siempre, sutil y abiertamente, trata el tema del miedo junto con la fórmula para no resistirnos a él.


Lo peor es la resistencia. El disponernos a huir nada más que le vemos llegar cerca. El aferrarnos a todo tipo de adicciones solamente para evadirnos de lo que supone estar en él. Placeres fugaces que solamente hacen que se sume a la sensación de temor, la angustia de no controlar estos patinazos por lugares, que en el fondo, nos disgustan.


Pema, alude a permanecer en lo que nos asusta; en darle espacio y acercarnos con suavidad a ello. 

Relata la historia de un grupo de monjes budistas caminando por un bosque tranquilamente. A su paso, divisaron un enorme perro negro de inmensas fauces salivantes. Todos huyeron despavoridos. Intentaron resguardarse tras los árboles, detrás de alguna roca o en medio de una mata. Solamente uno comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia el aterrador animal. Para sorpresa de todos, éste cuando vio la velocidad y el arrojo del monje directamente apuntando hacia él, huyó a toda prisa.


El miedo nos huele. Es capaz de saber si anida en un ser débil y quebradizo o si vamos a dejarle pasar y delicadamente vamos a permanecer a su lado. Entonces la sensación de malestar no desaparece pero comienza a disolverse.


Vemos que no pasa nada. Con el miedo, junto a él, dentro de él…no pasa nada. Al contrario. Vamos conociéndole de cerca. Nos familiarizamos con sus esquinas, sus afilados bordes, sus dientes quebrados. Inspiramos, abrimos espacio interior y más tarde, lentamente espiramos, como si de un punto muerto se tratase. Cerrando puertas a lo viejo y naciendo en otro estado.


El miedo puede que siga con nosotros, pero de otra forma ya. Incluso puede que termine por huir, como el perro del relato de los monjes.


Todo menos escapar porque en esa huída se hace fuerte, se congela y permanece siempre a nuestro lado acechándonos.
Inspira. Abre espacio. Deja que se expanda. Diluye. Hazlo menos denso. Deja que se licue.


Espira. Cierra esa sensación. Deja que muera. Renace de nuevo.

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