Sufrir, según
teorías que nos llegan de oriente, es opcional. En realidad, uno parece que no
pudiese elegir si quiere o no entrar en la rueda del sufrimiento. Es como si se
disparase un resorte y una fuerza centrípeta te absorbiese hacia el dolor.
Nuestra
actitud debería ser otra más suave. Dejar que los sucesos rueden, observar cómo
avanzan o retroceden, ir en paralelo y por fin, valorar si hubiese valido la
pena sufrir.
La vida me
lo ha demostrado muchas veces.
En
ocasiones, estamos absolutamente inmersos en un determinado problema y no vemos
más allá. Creemos firmemente saber lo que sucederá después y desatamos toda una
avalancha de predicciones sin sentido que las hacemos realidad, aun sin pasar.
Es curioso
cómo creemos en lo malo que ha de llegar y lo incrédulos que somos para tener
fe en las bondades que pueden suceder.
Hace años,
estuve convencida de que una persona muy cercana tomaría un camino que yo simplemente respetaba
pero que no era de mi agrado. Efectivamente, cada uno debe seguir los impulsos de su propia vida. Aún
entendiendo esto, estaba convencida que el proceso de su vida se desarrollaría
por el camino que había iniciado. Pero absolutamente convencida.
Hoy su vida
es otra. Tan diferente que casi me da vergüenza pensar en cómo yo aseveraba que
no cambiaría nunca su elección.
Sufrí. En
silencio. Haciendo castillos en el aire llenos de monstruos y dragones que
nunca los poblaron. Y después me tranquilicé. Pensé que todo pasa por algo y
que cualquier pequeño suceso es un eslabón para otros nuevos que cambiarán el
rumbo de las cosas.
Hay que
saber lo que uno quiere y lo que no. Elegir. Actuar. No arrepentirnos, sino de
lo que no hicimos. Y continuar hacia adelante.
La vida
siempre sigue; con nosotros o sin nosotros. Con sufrimiento o con gozo.
Venimos a
experimentarnos a nosotros mismos y nos ponemos mil y una pruebas que pasamos,
sobrepasamos o nos quedamos sin probar.
No me quiero
perder nada. Procuro sufrir lo menos posible. Quiero dar suavidad a mi vida y
rodar con las circunstancias con una actitud de espera sosegada en la que voy a
recibir lo que llegue con compasión, sobre todo por mí misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario