Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 28 de enero de 2017

CORAZÓN CONTAMINADO



Estoy convencida de que el corazón nace limpio. Que las memorias que contiene se activan más tarde con los sucesos de la vida; que empieza a recorrer el camino abierto a lo que debe sucederle y con capacidad para responder profundamente lo mejor que pueda hacerlo.

Ayer oí estas dos palabras en una conversación. Me dieron ocasión para reflexionar de qué forma se contamina el corazón. Cómo va aprendiendo o conectando con formas, maneras y modos que parecen serles propias; cómo en realidad, va poco a poco encogiéndose, arrugándose, plegándose o cambiando de dureza.

Las personas que tenemos al lado no son casuales. Están para provocar una reacción en nosotros; para motivar un estado de serenidad o de alteración, para reactivar nuestro juez o llamar a nuestra víctima interior.

De cualquier manera, es la acción la que nos pone en la experiencia y en la energía que se desprende de ella. Es la atención la que enfoca el camino y los demás quienes actúan de reactivo con nosotros.

Llegamos con deberes pendientes. Con problemas sin resolver. Con cuentas a plazos. 

Llegamos sin recordar, pero con un mapa en la cabeza donde el territorio ha sido marcado pero no construido. 

Nuestra tarea es saber bordear obstáculos o aprender de ellos al tropezar. Nuestra misión es recordar y reconectar con quienes somos. Y eso se hace, sobre todo, en el silencio que sigue a la acción.

Me gusta reconocer el sufrimiento. El mío y el ajeno. Me apasiona analizar los comportamientos y sus motivos; conscientes o inconscientes. 

Me motiva que los demás y yo misma podamos evaluarnos más allá de lo que superficialmente nos dispensemos. Que lleguemos a conectar con lo que necesitamos sanar y vayamos en su busca.

Hagamos silencio interior un ratito al día. 

Conectemos, desconectemos. 

Aprendamos. 

Sigamos compartiendo.

miércoles, 25 de enero de 2017

LA VIDA HABLA PARA TI




Si lo pensamos bien, la vida te va guiando si eres capaz de atender a sus mensajes. Lo que nos sucede pasa por algo y mejor aún, para algo.
No podemos dejar que las circunstancias nos agobien, nos distancien de nuestro centro, nos hagan perder la perspectiva y nos sitúen en una orilla del escenario.
Todos estamos interconectados y lo que yo haga, seguramente te afecte a ti, tarde o temprano, de una forma u otra y viceversa.
Hay que afinar la sensibilidad y estar en una disposición de apertura. Solamente así se pueden captar los mensajes que nos deja y que son para nosotros.
 Una palabra que se repite, un color, un título de una película que llega en el momento oportuno, una imagen…todo puede constituir una respuesta si eres capaz de descodificarla en tu contexto vital.
Os dejo esta reflexión y su autor.
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Reflexión

La vida siempre responde nuestras preguntas.
Representamos los papeles propios de nuestra personalidad
y ejercemos las funciones asignadas:

estas dos circunstancias parecen en cada momento
inevitables y obligatorias,
porque debemos acoplarnos

al juego puesto en acción.
Si descubrimos que no nos gusta
seguir siendo un personaje monótono y previsible,
podemos conformar nuevos roles y relaciones
desde el estado de consciencia e inconformidad alcanzado.
Otros no pueden asumir nuestras historias particulares
ni la causalidad que nos  es posible experimentar
-¡ya ellos tienen sus vivencias y tareas
incorporadas a las creencias y enfoques

que sus mentes tienen,
 
respecto a sí mismos

y respecto a lo percibido como exterior!
(y muchas veces sus elecciones
traerán un resultado amargo, conflictivo y pesaroso
que sólo es posible cambiar
a través de la comprensión y la aceptación,
dejando ir y emprendiendo realizaciones diferentes).
 La vida nos muestra que todo lo que nos pasa
es una consecuencia de algo previo
en que nos hemos comprometido.
Sin embargo, muchas veces estamos tan distraídos,

tan egoabsorbidos y tan confusos 

que pasamos de largo

sin atender las respuestas y soluciones disponibles.

Hugo Betancur (Colombia)

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textos en: 

lunes, 23 de enero de 2017

EL LENGUAJE NO INVASIVO ( Un libro muy interesante)



La herramienta humana por excelencia de relación y comunicación es el lenguaje. En su esencia, es una de las mejores y peores formas de acercase a los demás para propiciar o demoler las relaciones.

Somos violentos con él, muchas veces. Agredimos, increpamos, juzgamos y reprochamos, consciente o inconscientemente. Y todo ello tiene un origen común. No escuchamos y si lo hacemos nuestro objetivo es responder para imponer nuestra verdad, no para comprender la del otro.

Hay dos pilares fundamentales para relacionarnos compasiva y comprensivamente con el resto. Cualidades que pedimos a los demás pero ejercemos poco.

Una de ella es la expresión sincera desde el corazón y otra la escucha empática y sosegada.

Dejar hablar. Comprender lo que quieren decirnos. Observar sin juzgar y condenar. Analizar los sentimientos que provoca en nosotros esa comunicación. Ver las necesidades que genera en nuestro interior y realizar peticiones en función de ello.

Solemos ser impetuosos en las respuestas. 

Desde mi propia experiencia trabajo conmigo misma por serenarme en la escucha. Tengo un defecto profesional que dificulta, en muchas ocasiones, que la otra persona tenga el tiempo necesario para comentar lo que quiere. Explico demasiado y lo hago impulsivamente. Por ello,  estoy leyendo un magnífico libro llamado “La comunicación no violenta” (Marshall B. Rosenberg).

Este concepto es sinónimo de la “Comunicación compasiva”. Expreso con sinceridad. Recibo con empatía y comprensión. 

Analizo mis sentimientos, asumo mis necesidades y realizo peticiones sobre lo que realmente me sucede.

Debemos escuchar más y ser más sincero con lo que nos sucede ante lo que escuchamos. A veces, por no dañar al de enfrente generamos una lucha interna de alto coste para todos o lo contrario, hablamos sin valorar que la sinceridad puede confundirse con la grosería o la agresión.


La forma en la que hablamos, los gestos, las miradas y la disponibilidad con la que nos coloquemos frente al otro van a ser claves a la hora de gestionar las relaciones y mejorarlas.
Dar oportunidad al de enfrente de explicarse, pero también darnos la ocasión de comunicar lo que nos pasa. 

No dejarlo dentro. Hacerlo con suavidad pero con contundencia. El otro tiene derecho a saber por qué reaccionamos de una forma u otra. Tú tienes el deber, ante ti mismo, de decir cómo te sientes y qué necesitas.

Una forma simple de sentirnos bien sin llevar a cuestas la mochila de las palabras no dichas o de las que se escaparon sin control.

Feliz comienzo de semana.