Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 4 de marzo de 2017

LA MAYORÍA DE LAS COSAS QUE NOS PREOCUPAN, NUNCA OCURREN



Hoy me he levantado con la firme convicción de que lo mejor que puede pasarnos es dejar que todo pase. Tal vez la única opción, dirán muchos, pero también la mejor porque la mayoría de las cosas que nos preocupan nunca pasan.

Os dejo este artículo, que como tantos otros, llegan a mi cuando sintonizo con la frecuencia que me proporciona lo que necesito.
Espero que os sea de utilidad.

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“Nuestra mente es una perfecta creadora, tanto de cosas maravillosas, como de cosas que nos agobian. Hacemos un hábito de mantener pensamientos negativos unidos a nosotros alertándonos de todo lo nefasto que nos puede ocurrir, preocupándonos, haciéndonos sentir alterados con lo que tiene que ver con nuestro futuro.

           Resulta que la mayoría de las cosas que nos preocupan no llegan nunca a ocurrir, quizás algunos pensarán que justo por el hecho de habernos preocupado, tomamos las medidas para que no pasasen y esto en un porcentaje es cierto. Sin embargo, en la mayoría de las circunstancias nuestros pensamientos van mucho más allá de lo que realmente tiene mayores probabilidades de ocurrir.

Debemos ante todo resaltar que cualquier cosa que nos transporte a otro tiempo, nos está robando la posibilidad de vivir el presente, que es el único tiempo en donde tenemos posibilidad de acción. Podemos hacer cosas que nos posicionen en un futuro en un sitio determinado, sin embargo, a través de la preocupación, no tenemos posibilidad de actuar, solo estaremos predisponiéndonos a un suceso o imaginando escenarios negativos que no harán más que robarnos la paz.

La preocupación no eliminará los problemas, eliminará nuestro estado de tranquilidad, de sosiego. Darle poder a la incertidumbre no hará algo diferente a atormentarnos. Mientras que si nos limitamos a ver el futuro con fines prácticos, siendo conscientes de nuestras herramientas para transitarlo, siendo optimistas en relación a los resultados que podemos obtener, estamos sembrando en nosotros la confianza necesaria en el proceso de la vida. (…)

Date cuenta de todas las veces que te has preocupado por algo; los peores escenarios, solo ocurrieron en tu mente. Los cristales con que veamos nuestras cosas, determinarán los resultados. Aprendamos a ver la vida desde el optimismo, desde la fe, desde la esperanza, pensando en que el universo está conspirando para nuestro beneficio y que tenemos lo necesario para afrontar cualquier cosa que llamemos adversidad o problema. ¡Deja de preocuparte, que la vida no es más que para vivirla y disfrutarla!”

Sara Espejo – Rincón del Tibet

viernes, 3 de marzo de 2017

SIN GANAS DE NADA



Muchas veces estamos así, sin ganas de nada. Confusos, abrumados por los problemas, incapaces de reaccionar y cansados de esperar. Posiblemente estemos hartos hasta de nosotros mismos, de vernos siempre enredados en los mismos ovillos, de saber de qué forma nos equivocamos y caemos de nuevo, de repetir errores y de sumar equivocaciones.

A veces, nos hace falta una revolución que nos sacuda, que cambie el rutinario ritmo de los días, que nos ponga el mundo del revés y logre que cada polo sea el contrario, por algún tiempo.

Cuando necesitamos un cambio tenemos que dárnosle. 

Debemos escuchar a nuestro cuerpo y a nuestra mente. Debemos sentir cómo nos piden salir del pequeño hueco que ocupamos para sentir diferente, pensar distinto y hacer cosas nuevas.

El inmovilismo es cómodo aunque conlleve un alto precio. Nos limitamos a lo conocido, a lo de siempre, a lo que a pesar de empujarnos a desear otras cosas nos instala en más de lo mismo.

Estamos hechos de costumbres; de hábitos y de rutinas. No es difícil pensar que realmente este procedimiento puede desmontarse invirtiendo las formas, maneras y modos de actuar.

Introducir algo diferente al día. Pequeñas cosas. Tal vez cambiar de ruta al dirigirnos al trabajo. Posiblemente, usar nuevos aromas. Quizás introducir paulatinamente lo que de verdad nos gusta; aquello a lo que nunca nos atrevemos. Lo que nos asusta pero deseamos.

Puede que solamente logremos dar una pincelada diferente al día a día, pero será suficiente para salir de la parálisis a la que a veces nos vemos sometidos abrumadoramente.

Merece la pena intentarlo.

martes, 28 de febrero de 2017

NO SÉ SI HICE MAL...O BIEN



Hoy he aprendido una nueva lección: “Nadie puede ayudar a quien no quiere ser ayudado”.

Muchas veces, hemos comentado en mis clases este pensamiento. Lo hemos leído. Lo hemos comprendido a través de las enseñanzas del “Caballero de la Armadura oxidada”. Hemos creído saber lo que nos quería decir, sin embargo, hay que experimentarlo. 

Mi tendencia natural es ayudar a que los que están cerca de mí. Hacerles la vida sencilla. Estar atenta a lo que necesitan y proporcionárselo si puedo. Hoy aprendí, de repente, que es una práctica equivocada. Muy errónea. Y ya sé a qué sabe estar frente a quién no te ha pedido nada y no quiere lo que le proporcionas.

Fue un simple vaso de agua para alguien que se atragantaba. 

Me repetía que no quería agua. En mi angustia por resolver el incidente poniéndome en su persona, lo pedí. Y allí estaba el vaso frente a la persona, esperando que alargase su mano para pasar el mal trago. Y allí estaba yo. Casi avergonzada de haberlo pedido al ver de que a pesar de que pasaba el tiempo, ni siquiera tocaba el cristal.

Me sentí mal. Muy mal. Hubiese salido corriendo pero me quedé quieta aprendiendo la lección. Retiré el vaso y lo acerqué a mí. Después de todo, me sirvió para pasar mi propio mal trago.

La persona finalmente tomó unos sorbos, pero esos ya estaban fuera de mis impetuosas ganas de resolver lo que me dolía a mí, como propio. 

          No sé si fui yo quien lo hizo mal. No sé si fue una lección que quisieron enseñarme. No sé si la persona quiso autoafirmarse frente a mí. No sé si esto se puede siquiera hacer extensible a una generalización, ni si puede categorizarse y concluirse que todo el mundo te demuestra que la generosidad bien entendida empieza y termina en uno mismo.

A mí, aún después de esto me cuesta creerlo. También sé que no cambiaré porque estoy segura de que el mundo evoluciona y mejora con la ayuda de todos y si no hace falta en un momento puntual, tampoco con lleva ningún mal.


lunes, 27 de febrero de 2017

CÓMO POTENCIAR LA INTUICIÓN



Corazonadas, intuiciones, pálpitos…muchas formas de llamar a esa sensación que llega de golpe y que parece que nos pone ante una información certera a punto de pasar.

          Cuando afinamos nuestra sensibilidad, cuando estamos más receptivos y permeables, cuando abandonamos resistencias que nos bloquean…entonces aparece casi con absoluta espontaneidad, las intuiciones.

Lo que afianza esta forma de llegar a lo que va a suceder es comprobar que se cumplen. Porque realmente se cumplen.
El método para convertirnos en una esponja, en vaporosas esporas espirituales capaces de ver más allá de lo que está sucediendo es, como dije antes, soltar las resistencias. 

Muchas veces, resistirnos a un problema, darle vueltas sin desengancharnos de él, solamente hace que éste se perpetúe y que bloquee nuestra percepción. Levantamos un muro que le aísla, sin darnos cuenta que dentro de esa muralla quedamos nosotros atrapados con él. 

De este modo, no dejamos paso a la intuición. Se trata de hacer una prueba. Podemos intentar situarnos a un lado de todo lo que nos pase durante un tiempo. ¿Tal vez un par de días?. Probar a dejar pasar todo por delante. Como si no fuese con nosotros. Y afinaremos la manera de recibir lo que nos llegue; desde dentro. 

Llevo unos días muy intuitiva. Me gusta sentirme así. Tengo que seguir dejando pasar la vida como una película. Eso me hace más receptiva.

Escucho. Intuyo.

 Esa es mi actitud, ahora.