Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 24 de agosto de 2017

SI EL DÍA TE HA IDO MAL



Si el día te ha ido mal, como el mío, comienza de nuevo. Aquí estoy, tomándome un desayuno a las seis de la tarde. Intentando volver a empezar. Dándome una ducha y pensando que son las seis de la mañana y que tengo todas esas horas por delante para cambiar la interpretación de las cosas que no me han gustado.


Y es que, al fin y al cabo, hay que mirar por encima de las situaciones y no bajarse al detalle. En lo insustancial está el meollo de todas las desgracias. Siempre, en aquello que menos importante es o en lo que podría pasar desapercibido.

Lo importante, lo que realmente es grande y te sacude, eso no te deja pensar, ni dar vueltas y vueltas a la cabeza. Eso te hace actuar desde el instinto y desde la supervivencia. 

Nunca nos enredamos en lo importante; eso tratamos de resolverlo. Nos embrollamos en lo pequeño, en el “me dijiste” o “no hiciste” o “dejaste de hacer”.

Todo toma forma cuando enfocamos la luz. Si focalizamos la atención en cualquier mínimo detalle, rápidamente le habremos dado entidad suficiente para acabar con nosotros. Lo convertimos en un virus mortal que arrasa a su paso con las mejores intenciones. Y ahí en ese punto nos perdemos. Ya ni siquiera sabemos cómo empezó el desacuerdo, pero nos ha llevado demasiado rápido al infierno y una vez allí dejamos que arda el fuego.

Si estás dentro de un mal día, comienza de nuevo. Posiblemente, puedas abrir un hueco en el tiempo y dibujar con los colores que más te gusten, las horas que comienzan otra vez.

 No olvides que todo se interpreta dentro. Si no te gusta lo que ves, cambia el enfoque, alumbra de otra forma, piénsalo distinto. 

Vuelve a intentarlo. 

Lo verás diferente.

miércoles, 23 de agosto de 2017

DESDE EL CENTRO DEL DOLOR



Estamos en una época muy dolorosa. Mucho dolor para el estreno de un milenio y de un nuevo siglo en los cuales, cuantos más derechos humanos importan, menos se respetan.

No entendemos la mente de quienes atentan contra vidas inocentes, personas que no conocen, almas que comparten con las suyas, la humanidad.



Nos hemos alejado tanto de la compasión y el amor que aparecen de nuevo los sin sentidos, los contrarios imposibles. Guerra Santa, mentiras piadosas o envidias sanas.

Escuchar las noticias es un continuo sobresalto. Pena, dolor, ultrajes, matanzas, violaciones, altercados y continuos quebrantos de los derechos más básicos que a todos deberían asistirnos de forma natural.


Es como si se hubiese establecido una oleada de dolor que atravesara la tierra. Un vendaval de crispación y desatino. Un auténtico arrebato de locura radicalizada en niños que apenas han dejado los videojuegos, en hombres que les queda muy grande ese nombre, en personas que terminan causando catástrofes en nombre de un dios con  forma de demonio.


Algo está pasando que se nos escapa de las manos. Algo imperceptible y sutil que se apodera de la mente y arrastra al corazón muy lejos, tanto que en los vandálicos actos desaparece. 

Imponer el terror es de cobardes. Someter con el miedo, de débiles. 



Cada uno, dentro de sí que construya un lugar sagrado donde la compasión, el amor y el respeto invadan su habitáculo; donde estos valores se conviertan en fuertes pilares de este mundo que se nos está cayendo a pedazos.

Que la fortaleza del corazón no se deje conquistar por nada ni por nadie y desde esa independencia, que pueda expandir su luz,  al resto. 

Estamos a tiempo.

Siempre lo estamos.