Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 13 de octubre de 2017

LA RANA QUE QUERÍA SER AUTÉNTICA




No es fácil ponerse de acuerdo en el contenido de la palabra  “autenticidad”. Posiblemente no sea unívoco. Tal vez nos tengamos que conformar con saber que lo auténtico es todo aquello que se manifiesta en nosotros como propio, sin engañarnos; siendo coherentes y fieles a lo que sentimos, diciendo lo que pensamos o actuando desde el corazón.



La opinión de los demás siempre nos confunde. En multitud de ocasiones será diversa, contraria e incluso adversa. Por eso, podemos escucharla pero nunca seguirla sin pasar por el filtro de nuestra conciencia. 

Somos nosotros los que tenemos que mirarnos al espejo. Es él quien nos devolverá la imagen que sólo desde dentro de uno mismo se puede interpretar.

Veamos este breve relato.

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          “…Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.

            Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad.

         Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

          Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era Rana auténtica.  

          Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

          Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían qué buena Rana, que parecía Pollo. “


 

miércoles, 11 de octubre de 2017

INFIDELIDAD: ¿JUEGO O TRANSGRESIÓN?





Dicen  que los hombre y las mujeres somos diferentes; que nuestros cerebros trabajan a ritmos distintos y por caminos diversos. Que lo que para unos es un juego, para las otras es una búsqueda de infinitas sensaciones relacionadas con el afecto, la validación, la autoestima y la falta de un sinfín de males que se les imputa a los contrarios.





Muchas veces queremos asimilarnos tanto al otro que nos perdemos en él, no nos diferenciamos y nos olvidamos de que la diferencia también acerca. Otras veces, sabemos que las diferencias están ahí y en vez de utilizarlas como aliciente para construir la mejor relación, las usamos como trampolín para ir en busca de lo que aparentemente nos dará una satisfacción efímera.


Frecuentemente se olvida que la fidelidad es un compromiso de lealtad, mucho más emocional que física; sin que éstas deban separarse.
A todo el mundo puede agradarle otra persona en un momento determinado. Podemos encontrar similitudes, sintonías y gustos semejantes. 


 Muchas veces nos parece que es un reto que no podemos dejar escapar en nuestra vida rutinaria y acomodadamente invariable. Creemos que nos empondera, que entramos en el terreno de la travesura, de los prohibido y por ello apetecible.


Sin embargo, no debemos olvidar que hay líneas que deben marcar territorios y que en nuestro mapa mental no debemos dibujar el destinado a los afectos con puertas de doble entrada.

Todo se ciñe a la lealtad, no con la otra persona, sino con uno mismo. A saber qué es lo que de verdad queremos hacer y que nos hagan. A convertir el sonido de cascabeles en verdadera pieza musical con todas sus tesituras.
El amor de pareja puede acabarse; diría que siempre está en continuo movimiento y que si no termina al menos si cambia.


En una relación de pareja hay que encontrar nuevas formas de relacionarnos, evitando rutinas. No perder las ganas de agradar, pero al mismo/a del que nos enamoramos en su momento y recordar que no le elegimos nosotros, sino algo dentro invisible e indefinido que a pesar de todo puede seguir existiendo.


Si después de revisado el sentimiento vemos que no es así, entonces mejor que ser infiel es despedirnos.



 A tiempo.

 Cuanto antes.

 En estos procesos de amor y desamor se halla uno de los mayores sufrimientos.

Hay muchas almas esperándonos. 

No nos hagamos daño.

lunes, 9 de octubre de 2017

LA PARTE MÍA EN TI



Me gustaría encontrar la parte mía en ti. Hoy que se cumple el día en que naciste. Hoy que seguramente no leerás esto. Hoy que una vez más serás tú y no yo.




Me ha costado mucho respetarlo y aún más entenderlo porque yo lo viví diferente y he aprendido contigo que uno espera de los demás lo que él dio, lo que él es y no es así; y no debe serlo.

En nuestros encuentros hay muchos desencuentros, diferencias, afirmaciones y distancias que no son nada más que una forma de saber que somos dos. Sin embargo, yo siempre te encuentro en lo más profundo de mí, no como yo quisiera sino como tú eres, tan diferente y maravillosa.


Pensé todo el día si escribir estas palabras. Luego, después de saborear unas dulces lágrimas por no estar contigo ahora, he decidido hacerlo. 

 
¡Qué importa si lo lees o no!, ¡Qué importa si estas o no!! Qué importa si nos parecemos o no!.


No importa nada más que tenemos un profundo amor en el medio de las dos que nos une, en la distancia, en la diferencia, en lo distinto, en la lejanía. Y a ese cariño inmenso es al que agradezco que me eligieses como madre en un momento muy difícil para mí, cuando mi propia madre se despedía de la vida, de mí, de ti…


Posiblemente me sientas demasiado tierna, demasiado suave, demasiado bondadosa para un mundo en el cual los que triunfan son los contrarios. Pero yo he triunfado y a lo grande. Porque tengo lo que quiero y eso es tenerlo todo. Y en ese tener entra tu ser.

¡Que sepas elegir siempre lo que te haga feliz! Y que seas capaz de dejar el mundo al que viniste, un trocito mejor.

Te quiero mi niña.

domingo, 8 de octubre de 2017

PERDER LA CALMA EN LAS DISCUSIONES






La distancia que se genera cuando discutimos con otra persona nos hace perder la calma, nos agitamos, vibramos en otra frecuencia. Queremos hacernos entender. Todo discurre en la incomprensión y en la falta de compasión por intercambiar opiniones y no vejaciones.


          Este breve cuento ilustra esa distancia que nos separa cada vez más cuanto más difícil sea el objeto de la controversia.
          Una bonita reflexión que es pero que nos sirva.






“…Un sabio que una vez que estaba cerca de un río para tomar un baño se encontró que en las orillas había una familia cuyos miembros se estaban gritando con rabia unos a otros.

           Se volvió a sus discípulos, sonrió y les preguntó: “¿Por qué las personas enojadas se gritan las unos a las otras?” Los discípulos pensaron por un momento, y luego uno de ellos dijo: “Gritamos porque perdemos la calma.” -Pero, ¿por qué gritas cuando la otra persona está a tu lado? También podrías decirle lo que tienes que decir de una manera suave”, dijo el sabio.

              Los discípulos dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía a los otros discípulos.
Finalmente el sabio explicó: “Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar para poder escucharse entre sí.

 Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse entre ellos y así cubrir esa gran distancia.” Y continuó diciendo: “¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es inexistente o muy pequeña…” “Cuando se quieren aún más, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca el uno al otro en su amor. 

Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Eso es lo cerca que dos personas cuando se aman el uno al otro.” Miró a sus discípulos y dijo: “Así que cuando ustedes discuten no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los alejan más entre sí, o de lo contrario, llegará un día en que la distancia se hará tan grande que no van a poder encontrar el camino de regreso. “

LA CALMA ES UN LUGAR QUE NOS ESPERA; ACÉRCATE A ÉL.

( Autor Desconocido)
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