Mentir
y ocultar, nos dice B. Stamateas, no es lo mismo. Se puede ocultar una
información privada sin mentir a los demás; sin embargo, la mentira siempre
lleva ocultación y lo que es peor, intención de engañar.
Habría que identificar varios tipos de
mentiras aunque estemos de acuerdo que la mentira no es ni menor ni mayor, lo
que tal vez pueda cuantificarse son las consecuencias de ella. En algunos
casos, será insignificante en otros, demoledora.
Hay personas que han aprendido a vivir
mintiendo.
Trampeando de aquí para allá, dislocando la realidad, manipulando la
ocasión, encontrando la oportunidad o la víctima fácil.
Hay
auténticos profesionales de la mentira; grandes actores que no se inmutan ni
cuando mienten ni cuando son descubiertos. Apáticos emocionales que no
empatizan con el dolor del otro, ni con las consecuencias de sus acciones. Ni
siquiera las temen.
Otras
personas mienten por miedo. Miedo a la crítica, al rechazo o al maltrato. En
este caso, posiblemente la vara de medir debería ser otra y hurgar para
descubrir qué hay más allá de la mentira y comprender las razones de ella,
aunque sigamos sin justificarla.
Otras
veces, no se puede hablar claro y para evitar explicaciones dolorosas se
recurre a la mentira.
No
estoy de acuerdo con las mentiras piadosas porque en efecto, la mentira siempre
es mentira. Pero sí me gustaría reflexionar sobre las personas que parecen
llevar una lupa de aumento en la mano para descubrir la menor mota de polvo en
el abrigo ajeno.
Lo
peor de descubrir mentiras, grandes o pequeñas, es la falta de confianza que se
instala en la persona que las recibe y la impotencia para poder, en ocasiones,
pedir explicaciones.
Muchas
veces, se llega a la conclusión de que la mentira no va dirigida a nuestra
persona ni a nuestro mundo; que afecta a la persona y a su vida íntima y que
las consecuencias también serán para ella.
En
este caso debemos desentendernos de la mentira porque no recae en nosotros, ni
es para nosotros.
Analicemos
al mentiroso, a las mentiras que dice, a cómo las dice, a las consecuencias de
lo que dice y por último, si éstas nos afectan o no.
Estamos
rodeados de mentirosos; tal vez hasta nosotros seamos uno de ellos.
Pongamos
la lupa cerca también.