Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 16 de enero de 2018

¿AMABILIDAD O SEDUCCIÓN?



No me gusta prometer. Me gusta comprometerme conmigo, dentro de mí y asegurarme que haré lo que pretendo hacia la otra persona, pero sin asegurarlo.

No me gusta dar esperanzas si no sé bien si puedo cumplirlas.  

Dudo bastante de las personas demasiado amables desde el minuto cero y de las que rápidamente te llaman “vida”, “corazón” o “cariño” sin apenas conocerte.

La amabilidad es una cualidad exquisita pero que debe moverse dentro de unos límites. No sobrepasar la zona íntima de comunicación si no estamos en ella, ni tampoco sobrevalorar reiteradamente a la persona que tenemos delante, sin más. 



Detrás de la excesiva amabilidad hay personajes incluso peligrosos. La psicopatía lleva como bandera una personalidad encantadora, amabilísima y seductora con arrebato. Hay líneas que no debemos pasar.

Ser amable es muy importante y en realidad, si lográsemos movernos en una amabilidad suave a todos nos iría mejor. Pero hay formas y formas. Modos y maneras de acompañar la amabilidad. El lenguaje no verbal expresa, en muchísima mayor medida, lo que con palabras no decimos.

Seducir es un reto que algunas personas convierten en profesión. Es como si obtener una sonrisa, un tono más dulce o un comentario cercano supusiese una conquista sin remisión. Otras personas, siempre están receptivas a la amabilidad y la entienden confusamente como insinuación o aceptación de algo diferente.

Debemos acometer con cuidado la adulación, tanto si la empleamos como si somos receptores de ella. No siempre las palabras quieren decir lo que dicen, ni siempre los oídos escuchan lo que oyen.

En todo, para todo, hay una medida justa. Es un poco como la comida. ¿Demasiada sal?, ¿demasiado azúcar?...el exceso estorba y  todo lo convierte en otra cosa.

Seamos amables. Sepamos serlo.


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